¡¡Bienvenidos!!

Hola a todos aquellos navegantes, Este puerto, no tiene amarras por lo tanto eres libre, no tiene agua pero sí puedes perderte en su inmensidad, y lo mejor de todo es que no tienes que pagar impuestos ¡salud! por eso... y nuevamente bienvenido. Espero regresen...Karina

Poemas a La Floresta


Diseño de tapa - contratapa e interior: EDITORIAL Kasca 
Cel.: 099316403 - kasca@adinet.com.uy

Un libro de dimensiones considerables (14 x 22) cuyo prólogo versa así:

Los protagonistas de este poemario son el mar, la arena y el cielo en todas sus manifestaciones.  El poeta se encierra en su alma, pero la proyecta a la belleza natural que los envuelve, por lo tanto, se metamorfosea en amor.  El mar es el amor personificado y es la envoltura del espíritu.
Al mar se le rinde la pleitesía de ese genio que cubre el alma con su líquido acento, y su esencia viene desde lo breve: del arroyo al río y de allí llega a la inmensidad del océano.

Todo arroyito es un río
Y todo río es un mar.
La medida del poeta
Es siempre la inmensidad.
  
La segunda parte del libro está integrada por coplas musicales que tienen ritmo de olas serenas y de ellas brotan los colores asombrosos que toma el mar en su camaleónica forma de vivir.
Pero no sólo el mar es el tema de esta sección, sino los demás elementos de la naturaleza: la hierba, los árboles, especialmente los pinos, y también flores y frondas polícromas.
Los sonidos brotan en dos ámbitos. En el ritmo musical de las coplas y en las voces que se evocan en los versos: susurros de las hojas, canto o aullido del viento.

El viento canta y encanta
Sobre los trigos en flor,
Bendice el pan del mañana.
  
Junto al encanto de las estaciones que ofrecen su riqueza natural a la playa, no faltan las voces de las palmeras y el murmullo de los pinos en una conjunción de sonido y color armónicamente poética y entrelazada con metáforas muy personales.
Toda una vida flota en este libro, una vida de infancia con la libertad de los juegos que se van trocando en el perenne embrujo de amor que vibra en el alma del poeta a través del tiempo.  Tiempo que madura los cuerpos, que no borra del alma el hechizo de la belleza natural que se evoca.
No falta la referencia a los símbolos: la Virgen de las Flores y su santuario a través del cual se evoca la religión que desde su inicio fue presencia constante en La Floresta y evolucionó con el ritmo de los tiempos, pero que no se olvida.  Recordamos, al pasar, la reproducción de la Victoria de Samotracia que estremeció mis emociones infantiles.
También se alude a la moderna estatua de la sireneta y a su autor belga, y retrocediendo en el tiempo, al trencito que transportaba a los veraneantes de la estación del ferrocarril a la playa.  Además alude al viejo puente de madera sobre el arroyo Sarandí, sustituido hace años por uno de material.
El alma se maravilla con todos estos recuerdos que procuran que la belleza natural y la poesía se fundan en un todo evocador de lo que fue y lo que sigue siendo, pues esa belleza envuelve en un manto al amor que el poeta le brinda y que se puede caracterizar en este dístico:

La Floresta:
En una sola flor, todas las flores
Para la eternidad de una sonrisa.

Ningún sentimiento tan entrañable para celebrar el centenario de La Floresta, como este poemario rebosante de amor y de emoción.

Norma Suiffet
26-II-2011"

Ceibos y Copihues

Este libro se realizó conjuntamente con la escritora chilena 
Elisa Ferrada y el escritor cerrillense Gerardo Molina.




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